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Adelyne y Pri, víctimas del éxodo haitiano

País: 
Costa Rica
Jueves, Septiembre 6, 2018
Gonzalo Quesada
Presidente de la Junta Estudiantil de Derecho
Universidad La Salle, San José Costa Rica 
TCU - Consultorio Jurídico
 

Fue en 2009 cuando un devastador terremoto sacudió cada resquicio del territorio haitiano, llevando devastación a La Española, profiriendo hambre y muerte por doquier. La isla estaba desolada y por supuesto, necesitaría de mucho tiempo y esfuerzo para renacer de las cenizas. Lamentablemente, la situación socio-política vino en detrimento del imperioso proceso de reconstrucción y las malas decisiones gubernamentales combinadas con dudosos procesos electorales sirvieron de caldo de cultivo para acrecentar la crisis haitiana.

Todo esto llevó al éxodo a cientos de miles de haitianos que escapaban de la represión gubernamental, del hambre y las pestes. Su destino era cualquier lugar que no se llamase Haití. Por cercanía, República Dominicana fue el primer sitio de acogida (forzada). Países como Cuba, Colombia, Brasil, Panamá, Ecuador y el istmo centroamericano recibieron a los hermanos haitianos. Algunos querían hacer de estos países sus nuevas patrias, otros, buscaban rutas hacia el ya obsoleto sueño americano, ignorantes de las férreas leyes migratorias gringas. Dada nuestra estratégica posición geográfica, Costa Rica se convirtió en el centro neural del éxodo (como sucedió también con los cubanos y los extracontinentales) sirviendo como país de paso o de acogida, como en el caso de Adelyne y su familia.

A mediados de 2015, ingresan por Paso Canoas Adelyne y su esposo Robert, ilusionados por una nueva vida en nuestro país. Las condiciones del viaje les habían despojado de sus poquísimas pertenencias y el hambre empezaba a hacer de las suyas. Como muchos de sus compatriotas, Adelyne y Robert  fueron llevados al CATEM de La Cruz, en Guanacaste. Allí se sumaron a cientos de africanos, cubanos y haitianos, todos con un común denominador: la escasez y la necesidad. Es a finales de noviembre de 2016 cuando Robert decide emprender la ruta que sus coterráneos seguían hacia Estados Unidos. Desafortunadamente corrió la suerte de muchos y fue deportado a su país natal desde San Diego, California. Para este tiempo, Adelyne tenía tres de gestación por lo que la situación era verdaderamente apremiante.

El 3 de mayo de 2017 nace en el Hospital Enrique Baltodano Briceño Priscilla Derilus Derilus, hija de Adelyne y Robert, trayendo consigo un haz de esperanza en la vida de Adelyne, sin duda y bajo cualquier circunstancia, un hijo es la mayor bendición que se pueda pedir. Desde luego, un recién nacido requiere de muchísimos cuidados y ciertos productos que el CATEM no poseía, así como seguimiento post natal. Por supuesto Adelyne vivía agobiada al verse en la impotencia de la escasez, la alimentación de ambas era muy deficiente y esto provocó que Pri fuese diagnosticada con anemia, apenas con tres meses de nacida. Para esta época, madre e hija ya eran usuarias frecuentes del Consultorio Jurídico gracias al valiosísimo apoyo cultural y lingüístico de nuestro compañero Emmanuel Gloria. Personalmente serví de niñero en un par de ocasiones, en definitiva y como a todo aquel quien la conoce, Pri me robó el corazón, esos profundos ojos negros llenos de curiosidad y bondad son capaces de calar en lo más profundo del alma, eso sí, hay que tener mucha energía, esta niña es un verdadero terremoto (en el mejor de los sentidos). Desde el Consultorio, un grupo de apoyo siempre estuvo muy pendiente del desarrollo de la situación migratoria de Adelyne y Pri, así como del estado de salud de ambas. Inclusive se conformó una comitiva que las visitó en La Cruz, constatando de primera mano las paupérrimas condiciones de vida de la familia Derilus.

Pero no todo es oscuridad. Los ápices de luz y esperanza siempre encuentran maneras de llegar a nosotros. El día 10 de julio del presente año, la Dirección General de Migración y Extranjería le concedió la residencia permanente a Adelyne, tras un arduo proceso en el que siempre contó con el apoyo incondicional del Consultorio Jurídico y de muchas personas ajenas al mismo, pero que nunca perdieron de vista la situación y tendieron su mano sin escatimar en diferencias de ningún tipo.

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