Nuestra América Latina y el Caribe atraviesa por situaciones muy complejas que se expresan en estos días por las masivas manifestaciones de estudiantes, trabajadores, y muchas personas más que dejan oír su voz de rechazo a las políticas sociales y económicas que degradan la dignidad humana y cierran las puertas a la equidad.
Muchas causas se arrastran desde siglos sin encontrar respuestas acordes con las demandas: la inequidad campea por doquier; la falta de oportunidades para los jóvenes –incluso los profesionales– es una constante; la marginación de la ruralidad profunda es patética en la mayoría de los países; la seguridad y soberanía alimentaria del Continente peligran; el irrespeto a los derechos humanos es evidente; el narcotráfico sigue devastando el tejido social; la Madre Tierra está herida de gravedad por la explotación agrícola, minera y la deforestación rampante que amenaza la vida y destruye la naturaleza; y la democracia ha ido perdiendo sentido y, reducida a procesos electorales frecuentemente manipulados, ha abierto las puertas a aventuras que pronto devienen en gobiernos totalitarios cuestionados por su poca transparencia y sí condenando a las poblaciones a la miseria, la migración, y la deshumanización.
Rechazamos la violencia en todas sus manifestaciones y llamamos al diálogo social tendiente no sólo a aplacar las protestas ciudadanas sino fundamentalmente a crear los caminos para que la equidad y la justicia sean el centro de las políticas sociales de los gobiernos, y que se traduzcan en leyes y acciones justas que propicien condiciones de vida dignas para todos.
Conscientes de estas realidades, tenemos la profunda convicción de que la educación es intencional y asume las justas causas que emanan del mensaje de Jesucristo y su opción por los pobres y la justicia. La educación lasallista hunde sus raíces en el Evangelio y, por ende, en la promoción de la dignidad humana, la solidaridad entre todos los seres humanos, el desarrollo integral y sostenible, la protección de la naturaleza y el cuidado de nuestra Casa Común. La neutralidad no es posible cuando se opta por la humanización, la justicia y la democracia como inspiraciones, insumos y resultados educativos fundamentales.
En estos tiempos necesitamos unirnos en torno a sueños posibles y propósitos comunes con quienes compartimos el compromiso por la justicia, la verdad, la equidad y la paz. Los Lasallistas Latinoamericanos nos comprometemos con la creación de dinámicas educativas y sociales que impacten la conciencia de nuestras comunidades escolares, para ayudar a construir equidad, reformar la política, desterrar los políticos incompetentes, consolidar las instituciones, sancionar social y moralmente la corrupción, construir sistemas educativos que propicien verdaderamente la igualdad de condiciones para luchar por las oportunidades, y sienta vergüenza por la mala educación para los pobres.
Tenemos todas las posibilidades y capacidades para ser significativos: en la educación pensada como movilizadora y transformadora de la sociedad, para los pobres -para quienes nacimos y por quienes debemos seguir luchando, y para ser fermento evangelizador en este momento de la historia. Así seremos generadores de esperanza y posibilitadores de sentido. Son tiempos para soñar, son tiempos para vivir, son tiempos para sembrar esperanza, son tiempos para decir una palabra incómoda que rompa la inercia, la indolencia y la indiferencia.
Que el buen Dios nos bendiga, el Espíritu que renueva la faz de la tierra nos ilumine a todos y nos siga inspirando los caminos para fortalecer nuestros proyectos educativos como un servicio a la justicia, la equidad, la inclusión y la paz.
Fraternalmente,
Conferencia Regional de Visitadores